TODAS LAS FORMAS DE LUCHA

Piso Alto desde sus inicios tiene una preocupación latente y presente sobre las necesidades económicas de los agentes del arte, y sobre cómo esta dificultad está afectando la producción artística, tanto de individuos como de instituciones.

Existe una tensión entre formalidad e informalidad en las prácticas económicas del campo artístico, debido al impacto que tiene el modelo económico predominante. A esta tensión le hemos llamado “Todas las formas de lucha”. Una expresión, que proviene del campo político donde se hace referencia a la convivencia de las estrategias legales e ilegales y es usado coloquialmente para hacer referencia a asuntos de índole económica donde formalidad e informalidad conviven.

Los modelos económicos de cada época de la historia siempre han influido en la manera como se concibe, produce y transmite el arte. Es una relación compleja en donde actúan variables diversas, como asuntos de la vida práctica, aspectos ideológicos, éticos, políticos y otros. En la historia, el arte ha estado vinculado a la religión en imperios teocráticos, ha sido usado para representar el poder, estatus cultural e intelectual, modelos como el mecenazgo, estados que subvencionan y de paso orientan la cultura. Todo sistema también cuenta con sus rechazados, los que habitan en la periferia, las prácticas alternativas de sostenibilidad, la resistencia ideológica y por supuesto el fracaso en el intento de vincularse al modelo.

Actualmente, el modelo neoliberal, que tiene como premisa la libre competencia económica con una mínima intervención del estado promoviendo el ser libres, creativos y productivos, es un principio de realidad de donde surgen otras formas de generar solvencia económica en las artes, las cuales es común encontrarlas catalogadas entre informalidad y formalidad.

Otro factor qué considerar es la expansión de los límites del arte, iniciado en el periodo de la historia occidental de las vanguardias, indagando en diversos campos del conocimiento, importando métodos de investigación, operaciones formales y herramientas, complejizando la labor de amoldar una gran variedad de posibilidades a este modelo económico. La producción artística a veces se acoge, otras veces toma distancia y también contradice los modelos existentes.

 

Hemos nombrado tres categorías iniciales que son de nuestro interés:

Rebusque, autogestión y emprendimiento.

El rebusque, es una práctica económica asociada generalmente con la informalidad que está por fuera de los sistemas preestablecidos del mercado y busca solucionar necesidades primarias de solvencia monetaria como una solución ocasional. El rebusque alude al instante, a lo inmediato, también se asocia con cierta marginalidad y resistencia -voluntaria o involuntaria-.

La autogestión, es una práctica intermedia entre lo formal y lo informal, la cual puede o no, tener intenciones de formalizarse, ser sostenible financieramente, con capacidad de crecimiento y posibilidad de cierta autonomía laboral. La autogestión es también una respuesta discursiva y formal, generada para encontrar maneras de desarrollo personal y profesional.

El emprendimiento cultural, en términos económicos, es una pregunta constante de la que se ocupan diversos agentes de las prácticas artísticas, económicas y oficiales. Surgen discursos como el de la economía naranja, se propician gran cantidad de seminarios, cursos, charlas sobre arte y economía. Se trata de capacitar a artistas, curadores, gestores y demás, en lenguajes, metodologías y discursos económicos de libre mercado.

Esta permanente combinación de todas las formas de lucha económica es una problemática generalizada en el mundo y en el arte. No es un asunto exclusivo colombiano ni de las artes, pero efectivamente tiene las manifestaciones propias de su cultura e impacta las formas de producción, circulación y apropiación de prácticas artísticas.